MANUEL FRUTOS HUERTA, EL CREADOR DE LA FAMILIA 'PANIORA'
El día 31 de enero de 1811, nace en Valverde un niño al que sus padres José de Frutos y María Huerta dieron el nombre de Manuel y que después de casi doscientos años ha llegado a ser el patriarca de una gran familia de Nueva Zelanda llamada los Paniora, españoles en lengua maorí.
Sus padres eran unos humildes cardadores de lana con una renta anual de 125 reales. En el momento de su nacimiento desconocían las hazañas que su retoño realizaría a lo largo de su vida como cazador de ballenas en los mares del sur o entrando en contacto y formando parte después, de un pueblo de las antípodas, los maoríes.
Llega Manuel a este mundo en un momento crítico para nuestro país ocupado desde 1808 por los franceses. Tras la llegada de Napoleón y el restablecimiento en Madrid del rey José, es nombrado el 18 de febrero de 1809 el general Tilly como intendente o gobernador de Segovia, cargo que ejerce desde el palacio episcopal hasta el día 2 de agosto de 1811. Por suerte para los segovianos su trato no fue muy malo e intentó que la vida en la provincia fuera lo más normal posible. Esta situación cambió con su sucesor. Aunque Segovia no fue escenario de grandes batallas, en este tipo de guerra, todos los españoles se sintieron involucrados en la tarea de expulsar al invasor y en devolver pronto el trono a Fernando VII al que consideran engañado por Napoleón. Además todos serán obligados a contribuir con dinero y víveres al sostenimiento de dos ejércitos el invasor y el propio y dos gobiernos la Junta Central y el presidido por el rey José. La presión fiscal era tan fuerte sobre los campesinos que incluso muchos pensaron en abandonar sus cultivos También los ayuntamientos se resienten y se ven obligados a vender los bienes de propios en algunos casos y en otros como Valverde, para poder pagar las contribuciones por las que estaba apremiado el vecindario, aprovecha que los miembros del ayuntamiento administran los bienes de la capellanía de María Cardadora y en 1813 invierten 5740 reales de ella en el pueblo por los que pagará un interés del tres por ciento anual hasta 1853 al capellán que la representa en esta fecha deja de abonarse y ayuntamiento y capellán tendrán problemas judiciales por el pago de esos intereses.
Al igual que en otras provincias, se formaron aquí cuadrillas de guerrilleros cuyos principales jefes fueron D. Juan Abril natural de San Ildefonso y los vecinos de Abades D. Diego de la Fuente, apodado Puchas y Mariscuela o Maricuela. Todos ellos actuaron prioritariamente a lo largo de la calzada real que saliendo de Segovia por el puente Castellana lleva a Arévalo pasando por el término de Valverde y el puente Oñez ,( donde tienen lugar muchas de las emboscadas) . Siendo yo niña oía contar a los viejos del pueblo como también los valverdanos contribuyeron a diezmar el número de los invasores escondiéndose en la ermita de la virgen de la Calzada y sorprendiendo a los enemigos en su marcha.
Otras veces los guerrilleros que actuaron en Segovia eran foráneos como El Empecinado o el cura Merino su tarea a veces no fue sólo combatir al enemigo también contribuyeron con sus robos a dificultar aún más la vida de los campesinos como ocurrió con el último y los suyos que se presentaron el 12 de marzo de 1811 en Navalmanzano llevándose cinco mil reales bajo la amenaza de matar a los regidores y al fiel de fechos (escribano). Años más tarde, en 1823 , precediendo a los Cien Mil Hijos de San Luís que iban a restituir a Fernando VII como rey absoluto, al finalizar el Trienio Constitucional, llegó a Segovia de nuevo el cura Merino con una compañía de lanceros y robaron a la condesa de Mansilla sus joyas que después vendieron a varias vecinas de la capital y de Valverde que las compraron creyendo que procedían del botín de guerra y fueron encarceladas por ello, sus maridos tuvieron que buscar la ayuda de un procurador y convertirse en sus fiadores para que pudieran salir lo antes posible de la cárcel.
A partir de octubre de 1823 se inicia la última etapa del rey Fernando VII, la llamada Década Ominosa, que supone una vuelta a la primera, llamada Sexenio Absolutista (1814-1820), en la que todas las instituciones liberales desaparecen y en lugar de la milicia nacional, por ejemplo, aparece la de voluntarios realistas con la que tendrán bastantes problemas los valverdanos.
En febrero de 1824 Miguel Llorente y Bartolomé Marazuela como comandantes de esta última se buscan el apoyo de un procurador de la capital con el fin de castigar a algunos convecinos que han cometido una serie de excesos y en 1828 son los ganaderos los que protestan porque para armar a estos voluntarios en cumplimiento de las ordenes del señor intendente, la justicia , el Ayuntamiento y gran parte de los vecinos reunidos en concejo abierto, habían aprobado que el gasto recayera sobre los pastos acotados. Los ganaderos presentan un recurso ante el Consejo de Castilla, lo que obliga a una nueva convocatoria de los vecinos por parte de las autoridades, para que les sigan apoyando, tenga efecto el nuevo arbitrio y puedan representar al municipio ante cualquier tribunal de justicia considerando que el fin al que se destina ese dinero, tan recomendado por Su Majestad, es justo y loable.
La proximidad a Segovia convierte a Valverde, en otros momentos, en protagonista de ciertos acontecimientos como fue la estancia y pernoctación de una columna de tropas nacionales al mando del capitán general de Castilla la Vieja D. Santiago Méndez Vigo en agosto de 1837. El objetivo de esa tropa era perseguir a los carlistas que el día cuatro al mando de Zariategui había entrado en la ciudad sometiéndola a un gran saqueo durante diez días y retirándose más tarde.
En febrero de 1838 los componentes del ayuntamiento de Valverde reclaman los gastos ocasionados en esa estancia por los víveres consumidos de los que se tienen facturas guardadas y dispuestas para su presentación en la pagaduría general militar para que se les liquide o las reduzcan de las contribuciones que este pueblo debe pagar a la hacienda pública y nombran a D. José Moreno Delgado, militar y residente en Madrid para que en nombre y representación de este pueblo actúe y defienda sus derechos hasta conseguir el deseado abono.
POBLACION Y ECONOMIA DE VALVERDE.
En 1811 por razones fiscales se pide a los alcaldes y al párroco de los pueblos de la Tierra de Segovia, entre los que se encuentra Valverde, que envíen una relación de los vecinos que habitan en sus localidades, señalando su actividad y sus ingresos, descontadas las rentas que pagan a sus propietarios, el diezmo y las primicias y la semilla empleada. En Valverde el alcalde, los regidores, el párroco y el fiel de fechos en este año del nacimiento de Manuel de Frutos, eran Antonio Herrero, Pablo Tabanera, Ignacio Heredero, Luís Llorente, D Antonio Álvarez y Agustín Ayuso que el 19 de marzo informan a los demandantes que en este lugar hay doscientos cinco vecinos. Si multiplicamos este número por cuatro habitantes por casa , nos daría para Valverde la cifra de ochocientos veinte, número similar al actual. Los doscientos cinco vecinos se distribuían en razón de su actividad de la siguiente manera: 58 labradores, el más rico de ellos es Pablo Tabanera que tiene una renta de 6500 reales procedentes de su labranza y ovejas, pero además es el valverdano que más contratos notariales firma a lo largo de su vida, con frecuencia actúa como fiador de algún negocio, o como comprador de los corderos, de la lana o del mosto que la catedral recibe en razón del diezmo etc.. También aparece como alcalde en el año 1813. Hay 55 jornaleros, la mayoría agrícolas, con rentas muy pequeñas que oscilan entre los 40 y los 250 reales.
Cuatro vecinos eran pastores uno de ellos es José Albornos , abuelo materno de Agapito Marazuela, que después abandonó este oficio por el de guarnicionero, en la relación, declara tener cien ovejas a tres reales cada una y un peujar (pequeña propiedad rústica).
Había veinte cardadores de lana entre los que se encuentran José de Frutos, padre de Manuel-José y Francisco de Frutos su abuelo, que tiene una renta de 200 reales entre el valor de su casa y su trabajo. A Francisco lo he encontrado en una escritura firmada el 23 de febrero de 1798 ante el escribano de Abades D. Eugenio Moreno Martín en ella veinticuatro oficiales del gremio de cardar de Valverde voluntariamente deciden constituir una compañía buscando en ello un beneficio económico y un apoyo ante la adversidad. En la escritura se acuerda respetar unas normas que son las siguientes:
a) Se nombrarían entre los más inteligentes y más respetables de los integrantes a dos depositarios y un escribano cuya función era recoger y anotar el dinero que les iban entregando dos cobradores, nombrados para este trabajo, el total de lo recogido al finalizar el año y su inversión. Los cardadores de la compañía deberían entregar todos los domingos del año, empezando por el siguiente al de la firma de la escritura, ocho maravedíes.
b) Sólo podían formar parte de esta compañía los firmantes o si lo solicitan después, sus ascendientes que fueran también cardadores. De todo esto se deduce que el número de trabajadores en el pueblo dedicados a esta actividad en 1798, era bastante superior a la que aparece en el vecindario de 1811 lo que demostraría la decadencia paulatina de este trabajo.
c) Si alguno de la compañía muriera le podía suceder su viuda siempre que siguiera abonando la misma cantidad de dinero que el resto de los cardadores.
d) Si por desgracia alguno de los firmantes moría o sus mujeres, se les daría un hábito con el que cubrir su cadáver y serían enterrados con los fondos de todos.
e) Si alguno de los socios presentes o futuros del gremio tuviesen un mal comportamiento serían expulsados y perderían el dinero entregado.
f) Si alguno falleciese sin sucesión, y no tuviese medios para su entierro y para los sufragios acostumbrados, sería la compañía la encargada de todo.
g) El dinero depositado no debería invertirse nada más que en lo que los individuos establezcan y si la compañía se disuelve el dinero se repartiría en partes iguales entre todos sus miembros.
Todos se comprometen a cumplirlo y lo firman en la fecha indicada. También en el citado vecindario de 1811 aparecen 20 panaderos que ejercen este trabajo en exclusividad, pero si repasamos la lista de los labradores nos encontramos que otros veinte tienen ese trabajo a tiempo parcial compartiéndolo con tareas agrícolas. Como ya expliqué el año pasado, la mayor parte del pan lo venden en Segovia bien a particulares en los puestos o cajones dispuestos a tal fin por el ayuntamiento de la ciudad o a instituciones o congregaciones religiosas mediante la firma de un contrato, este es el caso de Ignacio Heredero y su esposa Inés Ayuso Díaz, de profesión agricultores y también panaderos, el día 3 de septiembre de 1812 ante el escribano de Segovia D. Ventura- Antonio Álvarez firman un contrato con la abadesa y las monjas de san Antonio el Real extramuros de la ciudad por el que se compromete a abastecerlas de pan a ellas y a la comunidad de religiosas unidas a él, se refiere a las clarisas del Corpus que fueron trasladadas al citado convento entre los años 1811-1813 a causa de la guerra.
Ignacio Heredero y su esposa se comprometen a entregar a las monjas durante el año del contrato, del 24 de agosto, fiesta de san Bartolomé de 1812, hasta la misma fecha del 1813, un pan de buena calidad "florido" y bien cocido indicando que por cada fanega de trigo que recibieran de las paneras del convento entregarían veintiocho panes de dos libras y media cada uno ( una libra equivale a 460 g. en Castilla ) y además entregarían media fanega de salvado cada mes. Si al finalizar el contrato las partes estaban conformes podría ampliarse introduciendo los cambios que se considerasen oportunos.
Hay otros artesanos en Valverde a saber, tres zapateros remendones, dos sastres, dos arrieros, un cirujano, un albéitar o herrador, dos sacristanes uno de ellos es Francisco de la Puente, el primer sacristán de este apellido avecindado en Valverde natural de Abades y que sería el origen de una familia dedicada a este oficio durante generaciones hasta el punto, de que el nombre de su oficio, se ha quedado como apodo de los Puentes. También había dos carpinteros y albañiles uno de ellos era Domingo García descendiente de albañiles y antecesor de otros muchos dedicados a este oficio hasta el día de hoy, el ejemplo lo tenemos en Santos García Miguelsanz al que podemos ver trabajar en Valverde arreglando tejados, muros etc ( ver árbol genealógico del año 2005) Dos hijos de Domingo García, Benito y Aniceto se examinan para ingresar en el gremio de albañilería como maestros, el primero el día 7 de abril de 1828 y el segundo en 1833, los dos superan las pruebas a la perfección levantándose escritura ante el escribano de Abades en la que los examinadores, maestros de gremio de Segovia,,certifican que los citados oficiales han obtenido el grado de maestros de albañilería y carpintería tosca , concediéndoles permiso y licencia para que puedan en cualquier lugar de estos reinos hacer cualquier obra o abrir un taller con oficiales y aprendices a su cargo, al mismo tiempo se acuerda, que sea su padre , el citado Domingo, fiador de ellos.
La pobreza también se refleja en 1811 en el número de viudas sin oficio, veintisiete, y en seis pobres de pedir todos estos individuos con ningún o escasos recursos son especialmente vulnerables en circunstancias como las que concurren en esos años la guerra y las malas cosechas. Ya desde los primeros años del siglo XIX las malas cosechas recogidas en Valverde y en los pueblos del entorno originaron un crecimiento de la tasa de mortalidad, especialmente de la infantil y también revueltas en Segovia ante la salida del trigo hacia Madrid considerando que esto causaría más hambre en la capital y en su Tierra. Unas veces son las sequías otras las heladas las que obligan a los agricultores a pedir trigo a los pósitos o alhóndigas de pueblos y ciudades para poder sembrar comprometiéndose a devolver lo entregado, con sus creces, en el mes de agosto siguiente, pero a veces las malas cosechas se suceden y se ven obligados a solicitar prórrogas para la entrega. Las malas cosechas se producen también durante el Trienio Liberal (1820-1823) condicionando su continuación. Muy mala fue la cosecha de 1823 hasta el punto que muchos agricultores valverdanos, al igual que otros muchos de los pueblos de los alrededores de Segovia se ven en la necesidad de solicitar ayuda a las autoridades del ilustre ayuntamiento de Segovia como interventores de su real pósito entre otros solicitantes lo hicieron el 27 de octubre Lorenzo del Real, Alfonso Herrero o Francisco Tabanera Huerta recibiendo 24 fanegas de trigo para sembrar y comprometiéndose a devolverlas con las creces para el día de san Bartolomé de 1824 debiendo ser limpio, seco, sin mezcla de centeno ni otra semilla obligándose a pagar, si no cumplen el contrato, cuatrocientos maravedíes a la persona que cada día vaya a reclamarles la deuda. De nuevo el año 1825 vuelve a ser malo y varios agricultores de Valverde recurren al señor obispo para que les socorra en sus necesidades y les preste varias fanegas de trigo y cebada, que como en el caso anterior, se verán obligados a devolver por la misma fecha y con iguales condiciones. Hay también varios vecinos dedicados al abastecimiento de la población, como un tabernero, el vino que se consumía principalmente en Valverde procedía de Rueda o la tierra de Medina (Valladolid) o de la zona de Arganda (Madrid) y era trasladado por los propios valverdanos hasta la localidad en sus recuas. Del abastecimiento de otros productos se ocupaban un abacero (tendero) y un carnicero.
La venta de estos productos son sacados a subasta todos los años por las autoridades de la localidad y se quedan encargados de su venta el mejor postor obligándose en todo momento a tener la tienda repleta de todo lo necesario pudiendo los regidores, en caso de incumplimiento, adquirir los productos que se consideraran necesarios y no estaban en el establecimiento a costa del que había ganado el remate.
El carnicero estaba obligado a despachar carne de la tierra a veintidós cuartos el cuartal todo el año excepto el mes de agosto que sería de veinte; el menudo se pagará a la mitad; los callos de vacuno a dieciséis reales y la sesada a seis cuartos. Desde Resurrección hasta san Juan de junio, se despachará carne gallega ( de otros lugares ), a precio de veintiséis cuartos siguiendo el mismo orden con los demás productos .Todavía a comienzos del siglo XX existía un local, junto al concejo, donde hoy está el salón Valverde que el ayuntamiento sacaba a subasta para la venta de productos y taberna, durante muchos años fue ocupada por Fermín del Real y su familia.
El total de los ingresos de los vecinos asciende en 1811, a 150.256 reales , el resto hasta completar los 210.228 y 29 maravedíes pertenecen a las rentas de los forasteros con propiedades en la localidad, entre los propietarios legos podemos citar al marqués de Castellanos que es dueño entre otras cosas del caserio de Lobones, el conde de Mansilla, el marqués de Arco, la condesa de los Villares, el marqués de Lozoya, o D. José Entero. También reciben rentas por sus bienes el Estado, tras la desamortización de algunos bienes como los del convento de san Agustín. Otra cantidad importante la reciben los eclesiásticos, los conventos de la ciudad y la iglesia catedral que es la mayor propietaria en Valverde antes de la desamortización de Mendizábal. Como se observa una parte considerable de las rentas sale fuera a engrosar las paneras o las arcas de la nobleza y de la iglesia esta última, además, recibe diezmos, primicias, cuartilla o voto de Santiago.
De los 150.256 reales que obtienen los vecinos pertenecen a la agricultura y ganadería 115.025 y 35.229 al resto, el porcentaje de campesinos y ganaderos es el del 26% y en cambio se llevan el 76% de las rentas, de esto se deduce que aquella actividad ,es la que tiene más peso económico en el municipio en ese año.
LA ESCUELA DE VALVERDE
La escuela que llegó a conocer Manuel era muy distinta a la actual. Si nos remontamos al Catastro del marqués de la Ensenada de 1751 leemos que sólo existe en el pueblo una escuela de instrucción primaria para todos, niños y niñas y por su trabajo el maestro recibe cuatrocientos cincuenta reales, cantidad muy exigua para tan arduo trabajo. El propio ayuntamiento y el conjunto de vecinos son conscientes de su pequeño sueldo y así lo reconocen en una reunión del concejo abierto cuyas conclusiones se recogen más tarde en una escritura. Entre las frases podemos leer cosas como "la cortísima dotación que tiene el maestro de primeras letras es insuficiente para subsistir si no colaborasen los muchachos asistentes".
La solución que dan los vecinos reunidos no es que se le aumente el sueldo sino que se ocupe también durante su jornada del peso real con lo que obtendría un dinero extra. Ahora bien, este trabajo le distrae gran parte del día con lo que salen perjudicados los alumnos que se quedan a su arbitrio haciendo travesuras y no estudiando mientras su maestro realiza las pesadas al otro lado del pueblo. El día 24 de septiembre de 1779 vuelven a reunirse para reflexionar sobre lo mal asistida que está la escuela y la poca educación de los muchachos ocasionadas por las constantes ausencias de su maestro y vuelven a salirse por la tangente y a no arrancar el mal de raíz. Los vecinos solicitan a las autoridades negocien con el cura párroco del lugar la posibilidad de que les ceda un corral inmediato a la escuela de 34 por 20 pies propiedad de la iglesia del lugar con la finalidad de establecer en el peso y de esta manera el maestro realizaría las pesadas sin tener que salir y a la vista de los chicos. El señor obispo da su confirmad y lo mismo decide el cura siempre que sea el municipio el que corra con los gastos y devuelva ese espacio cuando la iglesia lo necesitase. En 1834 ante una solicitud del señor subdelegado de fomento de la provincia los señores justicias del lugar de Valverde responden que en esta localidad no hay hospitales ni hospicios sólo una escuela de primeras letras que tiene una dotación de 900 reales y 24 maravedíes procedentes de fundaciones y aniversarios, pero no siendo dotación suficiente los niños de padres con algunos recursos deben pagar una cantidad. Los que toman los primeros rudimentos 16 maravedíes, si leen 1 real y dos si además escriben y cuentan. El ayuntamiento decide que niños son pobres y están excluidos del pago.
Con este tipo de enseñanza no era difícil ser analfabeto, sobre todo entre las familias de menos recursos y necesitadas de que no sólo sus hijos aportasen un dineros sino también de quitarse de encima unas bocas. Por ello en cuanto podían, los mandaban como zagales los chicos o niñeras las chicas y así la mayoría crecían sin haber pisado o muy poco la escuela. Aún en el censo de 1877 de los 989 habitantes que tenía Valverde no sabían leer 128 varones y 284 mujeres, casi la mitad de la población.
OBRAS CONSULTADAS
- Vecindario de 1811, VI-857, Archivo Municipal de Segovia - Protocolos de los escribanos de Abades, Garcillán, Valseca y Segovia del Archivo Histórico Provincial de Segovia
- Catastro del marqués de la Ensenada de Valverde -Historia de Segovia de varios autores publicada por Caja Segovia. Etc.
Autora: MARIA TERESA LLORENTE FERNÁNDEZ