Ignacia Llorente Sastre recibirá el día 26 de febrero el homenaje de los hosteleros

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16 Feb 2012

(2012-02-15).- Una vez que Ignacia Llorente Sastre ha alcanzado una merecida jubilación, los responsables de la Agrupación Industrial de Hosteleros Segovianos (AIHS) han pensado que es e momento de ofrecer un homenaje a esta mujer luchadora que, junto a sus hijos, ha sacado adelante un negocio que abrió con ilusión junto a su marido, fallecido prematuramente.
Por este motivo, quien ha llevado las riendas del Bar Pensión La Aparecida, de Valverde del Majano, hasta el pasado 1 de enero, recibirá el reconocimiento del sector de la Hostelería de la provincia en el transcurso de la Cena de Clausura de la Semana de Cocina Segoviana que ayer mismo abría el programa de su vigésima edición en el Real Sitio de San Ildefonso.
Junto a Ignacia Llorente, recibirán también un homenaje Ignacio García Pérez (restaurante La Postal) y Félix Santamaría Estévez y Asunción Pesquera González (bar restaurante La Viña, de San Rafael).
En su caso puede decirse que desde pequeña ha sabido lo sacrificado que es la hostelería, ya que sus padres regentaban el bar Pilarín, también en Valverde, y allí conoció los entresijos del negocio.
Precisamente el 26 de febrero se cumplirán 40 años de su matrimonio con Francisco Llorente, con quien abrió pocos días después, el 19 de marzo de 1972, el bar La Aparecida, hoy toda una institución en Valverde, ya que se encuentra en la plaza.
Pero esta empresaria, que poco después de celebrar sus bodas de plata se quedó viuda y, con la ayuda de sus tres hijos, supo continuar adelante en la vida y con el bar, replica que “nos ha gustado mucho este negocio y nos hemos llevado bien que es lo importante, aunque faltara el padre”.
Por eso, el día del homenaje acudirá acompañada por muchos familiares; por su puesto de sus hijos Sonia, Noelia y Fran, pero también de nietos, hermanos y una cuñada.
Cuando se conoció su jubilación en Valverde, un grupo de jóvenes organizó una fiesta sorpresa en el bar La Aparecida al que se sumó todo el pueblo y ella lo recuerda todavía emocionada. “La gente me abrazaba, me decía que ¿por qué lo dejas? Pero es que llevo muchos años”.
Añorar el bar no lo añora porque lo tiene frente a su casa y de vez en cuando se pasa por allí, charla con los antiguos clientes —abuelos, padres, hijos...—, se toma un café y se siente “muy agradecida” con la gente.

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