Con solo 15 años, Jorge Izquierdo, de ascendencia valverdana, es un joven que programa sus propias aplicaciones

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15 Ago 2012

(2012-08-15).- Jorge Izquierdo, con antecedentes familiares en Valverde, es un joven que programa sus propias aplicaciones para móviles y donde se ha abierto un importante hueco en el mundo de la informática.

Entre otras cosas ha desarrollado aplicaciones para hacer del móvil un espejo, o para avisar de atascos de tráfico, o una agenda escolar. Ha sido protagonista en la VIII edición de ‘El Chupete’, el primer Festival Internacional de Comunicación Infantil en el mundo, que se celebró en Madrid del 5 al 6 de julio en los Cines Callao. «El Chupete» combina conferencias y mesas redondas con proyecciones de anuncios y documentales así como una entrega de premios, «El Chupete 2012», otorgados por un jurado compuesto por expertos en comunicación, publicidad, marketing y educación.

En un contexto en el que han desaparecido los horarios de protección infantil, ya que la televisión ha pasado a ocupar un segundo lugar dentro los medios que los niños y jóvenes utilizan para entretenerse, se debe proteger con mayor recelo (si cabe) el acceso a esa «avalancha» de contenidos que hoy en día nos ofrece la red a través de aparatos cada vez más sofisticados y que, en la mayoría de los casos, controlan mejor los niños que los adultos. El paradigma lo representa Jorge Izquierdo, un joven de tan solo 14 años, que en 2011 sorprendió al mundo desarrollando su primera «app».

Jorge Izquierdo estuvo presente en el festival presentando el bloque titulado: «Las apps se crean en el recreo». Jorge, con gran desenvoltura y un dominio sorprendente del escenario, se presentó como un estudiante de la ESO y «developer» por la noche, fanático de Sheldon Cooper, el excéntrico personaje de la serie norteamericana «The Big Bang Theory» que tiene un coeficiente intelectual de 187 y que se considera a sí mismo como un «Homo Novus». Seguramente Jorge tenga muchas cosas en común con Cooper: su iniciativa, lucidez, seguridad y sobre todo, su inteligencia. Jorge lleva desarrolladas tres aplicaciones y está proyectando una cuarta con un diseñador canario de su edad.

La primera se llama «uRlate»: «Yendo al colegio un día de lluvia observé los enormes atascos y pensé: Si esta gente llega tarde al trabajo, ¿qué excusa pone?». Jorge desarrolló esta aplicación que él llama «excusa visual» para poder demostrarle al jefe que hemos llegado tarde por un atasco. En la aplicación aparece el coche en un mapa que señala la magnitud del atasco y el recorrido.

La segunda aplicación, «A++genda», es una agenda escolar 2.0. Notifica cuando hay deberes pendientes, el horario de clase, te desea suerte para los exámenes y saca la media de las notas. «Todo esto por 0.80 céntimos» aclara Jorge. «Yo no he visto en el mercado una agenda más barata y que haga tantas cosas», señaló este experto en apps y, por qué no, en marketing.

«Mirror Widget» es su último proyecto, un espejo para el móvil que ya tiene casi 70.000 descargas. «Tendría que haber sido de pago», lamenta.

Javier se refirió a que no recibía apoyo suficiente en el colegio y que él consideraba necesario para poder dedicarse a su gran pasión que es la programación. «Mis padres me dan mucha libertad para trabajar, pero siempre con límites». Aclaró que su prioridad seguía siendo el colegio y que la clave está en el equilibrio.

Compartió la mesa con Javier Monteagudo, un músico y docente, responsable del portal Educa con TIC. Javier es algo así como el «alter ego» de Jorge. «Yo busco aplicaciones para crear y Jorge crea desde las propias aplicaciones». Monteagudo hizo un pequeño concierto en el que combinó instrumentos reales y digitales (creados a partir de aplicaciones). Insistió en ese concepto tan manido y necesario en la red, el de la accesibilidad, pero desde un nuevo enfoque: «Todos podemos crear, no necesitamos ser expertos porque lo académico o lo técnico ya no impone».

Su primera aplicación, la del tráfico, la fraguó en septiembre de 2011 pero no fue hasta abril siguiente cuando se estrenó su creación en la AppStore. Con un Mac prestado, "era de un amigos de mis padres", matiza, comenzó su labor. No dejó de salir con sus amigos, pero sí perdió alguna hora de sueño. "Decidí levantarme a las siete de la mañana para programar. Primero leía manuales y consultaba en foros, después, empecé a dar forma a la aplicación", relata.

Esta primera experiencia no le ha salido demasiado rentable. En su cuenta como desarrollador tiene nueve euros pendiente de cobrar pero no sabe como hacerlo. "Este mes de julio, paseando perros en Irlanda, he conseguido 50 euros, así que no me ha salido especialmente rentable", aclaraba con una sonrisa. No se arrepiente de los madrugones. "Quiero seguir aprendiendo", reitera.

 

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