(2012-08-07).- Los más de 40 neozelandeses que han viajado más de 20.000 kilómetros en avión durante 36 horas para visitar Valverde del Majano, disfrutan estos días de los actos de la Semana Cultural junto a sus parientes lejanos.
Lo han hecho casi dos siglos después de que Manuel José emigrara de Valverde para acabar sus días en el lugar más alejado de sus raíces. Y las siguen protegiendo sus vástagos.
Ese árbol, simbolizado allá por un olivo que él plantó y brota cada año, ha legado una comunidad, cuyas hojas han vuelto a su punto de origen. La componen más de 16.000 miembros distribuidos por todo el mundo. Integran la familia más numerosa de todas la que componen la comunidad maorí, formada por 76.000 en toda Nueva Zelanda, antípodas de España.
Algunos de sus representantes disfrutan estos días sus ‘vacaciones de invierno’ en el estío castellano. Lo hacen acogidos por las familias de Valverde. A pesar del fuerte choque cultural que genera encontrarse parientes tan lejanos y tan distintos, los lazos afectivos se mantienen.
Les sorprende que se utilicen cortinas en las puertas, que a pesar de tener caballos no se utilicen para los desplazamientos; o que apenas se dé importancia aquí a los antecedentes familiares lejanos.
John Manuel es el más anciano del medio centenar de visitantes. Ha venido con su esposa, dos hijos y nuera. Lo primero que hizo fue besar el suelo “de donde vino nuestro antepasado, y lo hice por todos aquellos que ya no pueden venir”, relata el lider que sigue comandando el cántico de sones maoríes.
El grupo ha atraído la atención de los medios de comunicación y algunos estudiosos de la cultura neozelandesa, como el catedrático emérito de Historia de Filosofía de la Universidad Complutense, José Luis Abellán. Lamenta no poder compartir esta curiosa historia con sus antiguos amigos de Segovia, como el marqués de Lozoya, Manuel González Herrero, o el exiliado en México, Anselmo Carretero. “La gente de Nueva Zelanda es maravillosa, pacifista a ultranza, ecologista y abierto a la humanidad”, asegura.
Estos hombres y mujeres procedentes del Pacífico han dado media vuelta al Planeta para completar un hermanamiento institucional sellado en 2010 con la ciudad de Gisborne. El alcalde de Valverde, Rafael Casado, avanzó, en su discurso de bienvenida, que este descubrimiento puede ser el brote de una estrecha relación económica, idiomática y cultural. Los maoríes ya se esfuerzan en mostrar cómo se canta y baila la Haca, que han popularizado los jugadores de rugby en que son campeones mundiales.
Por su parte, los valverdanos intentan corresponder con su folclore. Los tatuajes maoríes en los que esta comunidad tribal es pionera, se ponen de moda en España.
Antes de volver a su tierra dando la media vuelta al mundo de nuevo, disfrutan una cálida estancia entre sus parientes más lejanos. Y con ello ven cumplido un sueño que perseguían desde hacía muchos años.