El Instituto de la Cultura González Herrero, dependiente de la Diputación Provincial, ha editado un nuevo trabajo referido a Agapito Marazuela, en el que se recogen algunas obras inéditas de este folclorista nacido en Valverde del Majano.
A continuación se recoge el artículo que el responsable de esta recopilación, ha publicado en el diario El Adelantado de Segovia el pasado domingo
Escuchar a Marazuela nunca cansa. Más de cuatro horas de grabaciones inéditas. No cejamos en el empeño de dar alas a la tradición segoviana, máxime si ahora además nos deleitamos con el juicio certero y firme de la música y las palabras de Marazuela que nos llevan siempre a la realidad de una manera placentera.
El maestro vuelve a volar, pues desde la edición de mítico Lp “Folklore castellano” en 1969 recortó los repertorios y las expresiones en sus conferencias y actuaciones, que aunque muchas no acostumbraba a añadir temas nuevos, también en parte por comodidad. Tras sus conflictos con las casas discográficas y los derechos, como le había sucedido a Paulino Gómez “Tocino”, prácticamente se limitaba a repetir incansable una y otra vez el mismo repertorio y discurso -magistral desde luego- temiendo, dada su situación política, que se le pudieran crear algún tipo de problema con las editoras. Lo vimos en la anterior obra que se editó desde la Diputación Provincial, la Fundación Joaquín Díaz y el Instituto González Herrero, “Marazuela de verdad” (2013) donde se reunían diferentes discursos, entrevistas y programas radiofónicos reiterativo en sus explicaciones y en sus temas musicales, que a pesar de ser variados, casi siempre eran los conocidos. Es por ello que esta nueva edición supone un revulsivo grande a su obra, aportando más de ochenta temas, muchos de los cuales son inéditos por completo o primeras interpretaciones conocidas de canto o dulzaina (entre ellas cuatro composiciones propias: una diana, un baile corrido y dos jotas) y algunas que no aparecen ni tan siquiera entre las partituras del Cancionero de 1964. Son interesantes además los comentarios propios o los que hace su amigo y discípulo, Eugenio Urrialde en alguna ocasión, sobre la localización, forma y contexto de las piezas. Muchos temas vuelven a su sitio así, pues la procedencia de algunas tonadas se confundieron deliberadamente en la edición de su obra, pertenecientes de los entornos de la sierra de Gredos o La Moraña de Ávila, que debían pasar por segovianos ante las circunstancias del momento.
De estos registros se suponía su existencia. Fueron grabados por Eugenio Urrialde -junto a algunas otras con su hermano Miguel- en un carrete uher de cinta abierta, en un magnetofón en 1959 añadiendo el propio Eugenio diez años después otras entrevistas, estas ya biográficas. Las grabaciones, que se habían conservado muchos años en la Cátedra de Folklore, fueron posteriormente pasadas a formato de cassette en los años setenta, ante el desgaste de los rollos originales o la posible pérdida como finalmente sucedió. Eugenio conservó -gracias a Dios- estas valiosas grabaciones y segundas copias en cintas cassette que fueron depositadas en la Fundación Joaquín Díaz merced a los trabajos de Lidia Martín Merino en sus documentaciones para la película “Agapito, pito, el guardián del Folklore” y que yo mismo recogí en Oviedo. Según deseo expreso del propietario se entregaron con el compromiso de editarlas para el disfrute de todos, pues buena parte de la labor de este Centro Etnográfico de referencia internacional se fundamenta en la localización de fondos, para su salvaguarda, conservación y difusión. No nos cabe la menor duda, cumpliendo un sueño -ansiado por muchos- que será utilizado para el aprendizaje y sobre todo para la toma de postura frente a unos repertorios y una forma de interpretar y cantar que hemos de considerar como la más propia y genuina de estas tierras, pues abogamos siempre aquí por el respeto máximo a estas formas necesarias para la inspiración del arte. El paso del tiempo y los diversos trasvases de formato, de carrete analógico a cassette y posteriormente a formato digital ha hecho mella en las grabaciones aunque se conservan en bastante buen estado con las pertinentes pérdidas del paso del tiempo y las sucesivas regrabaciones en equipos no profesionales. Se hace notable en algunos momentos la saturación de los agudos -su voz era muy potente-, habituales en estos tipos de grabaciones que se aprecian especialmente en una docena de temas de almirez y pandereta, un instrumento del que no conocíamos apenas grabaciones propias -solamente el canto de los cirios de Santa María la Real de Nieva- y que de una parte ahora se empieza a recuperar en estas tierras. Todo ello salvable por el placer de oír al maestro y la belleza de los temas.
Con esta obra no cabe duda de que cerramos un ciclo sobre los estudios acerca de la figura de Marazuela, que se completa con la reciente edición de sus obras y composiciones clásica de guitarra y un cd, junto con el libro de Gómez de Caso también sobre la vida profesional del guitarrista publicado en el 2014. Esa visión de los repertorios clásicos como otro de los campos principales de su trabajo es necesario para agrandar la figura profesional de muestro músico. Ahora con esta obra hemos de dedicarnos a tomarlo como ejemplo de trabajo e interpretación para nuestras pesquisas actuales en busca de esa memoria, de las voces que acabarán ahogadas y olvidadas en nuestros pueblos si no las grabamos y recopilamos a tiempo. Tal vez el respaldo definitivo a la figura y obra de Marazuela haya de hacerse con un gran simposio de amplio carácter y miras variadas que empezamos a plantearnos desde ahora mismo.
El Instituto y la Diputación siguen en su imparable marcha como uno de los centros documentales que más editan y con más calidad en toda España, y donde nos refugiamos poco a poco quienes conocedores de la tradición de Segovia bajo muy diversos aspectos trabajamos incansables. Aún nos falta un santo barbado, académico y dulzainero. Disfruten con la obra, es un placer escuchar siempre a Marazuela. Hoy, con un agradecimiento profundo a la generosidad de Eugenio, no podemos por menos que considerar su trabajo como una entrega para todos y que ha sido posible gracias a la colaboración nuevamente del Instituto González Herrero y la Fundación Joaquín Díaz.