Varios empleados y jubilados de la empresa organizan una fiesta para el próximo 10 de agosto (2007-07-26).- Valverde y Telefónica no tienen sólo en común el nombre del pueblo y el color que la compañía de comunicaciones ha utilizado durante muchos años. También se da la curiosa paradoja de que la localidad acoge a muchos empleados y antiguos trabajadores de Telefónica y que van a celebrarlo el próximo 10 de agosto.
Así, a instancia de Anastasio Arévalo, los habitantes de Valverde del Majano que han trabajado durante los últimos 60 años para Telefónica celebrarán ese día una fiesta sectorial. Incluye una misa conmemorativa en la ermita de la Aparecida a la una de la tarde; y seguidamente se reunirán para comer a las dos y media en el restaurante La Trébede, en el polígono industrial Nicomedes García. Según relata Anastasio Arévalo, todo empezó allá por el año 50, cuando un vecino del municipio se encargó de llevar la centralita telefónica local. A partir de ahí comenzaron a extenderse los boletines de Telefónica, y él comenzó a introducir a sus hijos, desempeñando diferentes labores dentro de la empresa. Ante la demanda laboral de la empresa, fue avisando a amigos y vecinos que se dedicaban fundamentalmente a labrar la tierra. Los interesados, se presentaron a los exámenes que por entonces requería Telefónica, para entrar a formar parte como trabajadores. De esta manera, los habitantes de Valverde fueron incorporándose a la compañía montando líneas telefónicas (los hombres) y de recepcionistas (las mujeres), aunque también han salido ingenieros y técnicos especialistas. Entre estos trabajadores, se encontraba Anastasio Arévalo Castellanos, quién trabajó desde el año 53 hasta el 94. El se inició en el trabajo comunicativo arreglando teléfonos de manivela en 40 pueblos de la provincia, que más tarde evolucionaron hasta pasar al semi-automático en los que era preciso hablar con la operadora para comunicar con el interlocutor. “Al principio lo pasamos muy mal, porque estábamos fuera de casa 15 días seguidos o un mes, y se ganaba muy poco”, recuerda. “La temporada de nieves era muy mala, ya que las condiciones de trabajo eran mucho más duras que las actuales”. Aún persisten en su memoria anécdotas de lo más divertido, como cuando al no poder alojarse en hoteles, porque no les daba el dinero, tenían que recurrir a habitaciones con derecho a cocina y en una ocasión no le dejaron que entrara a su hijo, dentro de la misma. Ahora son muchos los vecinos que han pasado por la compañía de comunicaciones a lo largo de estos casi 60 años. Muchos de ellos con el tiempo se han ido repartiendo por la península, en ciudades como Barcelona, Bilbao o Madrid; de ahí el interés por reunirse de nuevo todos y poder recordar con emoción lo vivido durante su vida laboral. Aunque ya sólo quedan tres personas trabajando en la compañía, reconocen que se ayudan en todo lo posible, de la misma manera que lo han venido haciendo siempre.